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La paradoja del absoluto: El caso de Abrahán.


Hemos elegido hacer un análisis sobre la paradoja del absoluto desde la perspectiva del filósofo Sorën Kierekegaard, porque en su biografía, se nota ya una paradoja cuando se trata de su vida interior. No obstante el tema de nuestro artículo no está centrado en la vida de Kierkegaard sino en la del ser humano sometido a la paradoja. Para entender nuestro argumento vamos usar a Abrahán como prototipo de la paradoja absoluta.
Kierkegaard cuando presenta los estados de la existencia, nombra el estado religioso, y la figura que encarna este estado es la de Abrahán. Antes de hablar del estado religioso, Kierkegaard deja claro el hecho según el cual, el estado religioso no tiene ninguna continuidad con el de la ética. Por lo tanto, no podemos ver a este estado como la derivación del estado ética. Para hablar pues de la religión hay que realizar lo que él llama ?el salto?. En su libro Temor y Temblor Abrahán aparece como el prototipo de la personalización de la vida religiosa. Después de haber vivido de modo ejemplar respeto a la ética, se encuentra con un problema cuando le pide que sacrifique a su único hijo Isaac. Este supone que si Abrahán tuviera que sacrificar a Isaac según la orden que ha recibido de Dios, él debería romper con su vida moral y la ley moral que consiste a respectar a la vida humana. Lo que le pide Dios, no tiene una relación con la moral. Es un mandamiento y Abrahán ha sido sometido a Dios desde el principio, por lo tanto hay que cumplir su voluntad aunque le cueste lo que le pide.
La fe que tiene Abrahán es lo que lo llevará a tomar la decisión de sacrificar a Isaac. Con este gesto de obediencia absurda, Abrahán esta cumpliendo el mandamiento de Dios. Sin embargo hay que distinguir que fe y razón son dos elementos distintos. La fe es subjetiva aunque la razón es universal. Por lo tanto el ejemplo de Abrahán no puede ser una justificación universal. Es una experiencia personal de creencia y no hay nada que relaciona con la universalidad. Se puede acceder a la fe de manera absoluta con el Absoluto. Este se llama la ?singularidad absoluta?. Este argumento nos lleva a dudar sobre la vida religiosa si hay que analizarla desde punto de vista universal. La pregunta que nos planteamos es saber ¿cómo podemos afirmar con certeza que se trata de una excepción justificada? De otro modo ¿cómo la angustia que siente el hombre puede ser confirmada? Para responder a estas preguntas, no hay que recurrir a la justificación científica, tampoco a la filosófica sino a la religiosa. Por lo tanto se puede afirmar mordicus que solo la fe puede ayudarnos a justificar esta angustia. La fe no nos quita la angustia sino la consolida a través de la relación misteriosa con Dios. Es la razón por la cual decimos que la fe es una paradoja. ¿Podemos pues decir a partir de esta imagen de Abrahán que no hay ninguna razón de creer si la fe se constituye como obstáculo a nuestra vida moral?
Pensar así es no comprender lo que queremos expresar. El caso de Abrahán lo ha tratado Kierkegaard no para atacar a la religión cristiana o a cualquiera otra, sino para enseñarnos que la vida de manera general es paradójica. Si el ser humano tuviera un ángel o una bestia él no tendría angustia. Por lo tanto la angustia como la paradoja forma parte de nuestra condición humana. Lo que se necesita aquí es solo mantener un equilibro entre fe y razón para no caer en fundamentalismo, dogmatismo e idealismo. Una fe necesita una dosis de racionalidad como una razón necesita una dosis de fe. Por lo tanto, hay que aplicar las palabras de S. Agustín: ?creer para comprender y comprender para creer?.
Clément TSANGA MBIA
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